
La semana pasada no envié esta newsletter. Nadie la echó de menos o nadie preguntó, lo que para quien está al otro lado de esta pantalla es lo mismo. A veces, me siento como la voz que clama en el desierto haciendo disertaciones esperando que alguien escuche y quiera pensar también. No me quejo, soy consciente de que a muchas personas les da pereza comentar aquí —por lo de loguearse—, o que no saben que se puede responder a estos correos por poner un par de ejemplos. Solo dejo plasmada esta realidad en forma de reflexión porque lo bueno de esta red debería ser poder conversar, que esto no es un libro.
La semana pasada no envié esta newsletter porque a mí me gusta escribirla pegadita al fin de semana, y entre el fútbol de mi hijo, mi entrenamiento del maratón y la vida hay días en los que se me hace bola conseguirlo. Empecé el domingo después de comer, pero luego quisimos hacer vida en familia (y echar la siesta) y ya no pude terminarla. Y, sinceramente, lo de rematar —y publicar— lo que tengo en borradores se me da tan mal que tengo algunos desde el inicio de los tiempos y me temo que nunca verán la luz.
La semana pasada no envié esta newsletter porque me estoy tomando la vida de otra forma y no agobiarme por cosas innecesarias es mi nueva personalidad. Y, ojo, que no digo que esta carta mía de cada fin de semana no sea necesaria, sino que no hace falta apretarme en unos plazos que no me exige nada ni nadie. Esta carta es mi lugar feliz, mi espacio de esparcimiento, donde me dejo ser, me desnudo y diserto sobre lo que pasa en la vida, en la mía y en la del mundo, donde abro la espita cuando la presión es excesiva. Y sacarla no puede contribuir a aumentar esa presión. Así que mi objetivo seguirá siendo escribirla cada fin de semana, pero si no puedo, no pasará nada. Porque hay que vivir con más flow y menos exigencia, alejarse de la supervivencia y acercarse al disfrute, cambiar quejas por oportunidades, como dijo mi querida Leticia Ruiz hace años en mi extinto blog.
Disfrutar lo que podamos, que esto corre que se las pela y se nos va sin darnos cuenta. Y eso sí que es una pena.
Claro que la echamos de menos. Pero como te conocemos, no te vamos a agobiar diciendo: "Esa newsletter!!!!" ;-)
Bravo