
Hace un rato que he llegado a casa. A una más vacía, con menos ruidos y obligaciones porque el curso ha arrancado hoy, aunque esta vez lo ha hecho diferente: este año, empieza secundaria. Le he llevado en coche. Hemos tenido dudas sobre dónde despedirnos, si le daba el beso antes de girar la esquina o después, más cerca de la puerta, pero, al poco, ya estaba con sus amigos mientras yo miraba desde lejos en plan “madre del artista” viéndole saludar a unos y a otros, deleitándome en las risas y el buen rollo que se desprendía por allí. Disfrutando de verle hacerse mayor.
Es complicado describir lo que siento en este momento. Se mezclan el orgullo y el miedo, el alivio y la tristeza en una bola situada en algún lugar de mi cuerpo que no consigo localizar. Hoy le he visto tan mayor –aunque también tan pequeño– que casi me estalla el pecho. Uf, hemos llegado aquí. Hemos pasado la parte más vulnerable, la más dependiente, aunque sé que ni de lejos era la más difícil, y ha comenzado la de soltar, aunque primero tendré que aprender a hacerlo. Me temo que no va a ser fácil dejarle ir y venir, confiar, no saber con exactitud dónde está a cada instante. Él va a reclamar su espacio y yo voy a tener que ir dándoselo aunque me parezca que aún es pronto. Yo no marco los tiempos. Espero que sea algo progresivo, bonito y pausado, que no se puede pasar de 0 a 100 en 5 segundos. Iremos construyendo según avancen los días y nos vayamos encontrando los retos. Yo volveré a recuperar los espacios que le regalé y que sabía que volverían, porque lo único que tienes claro cuando te conviertes en madre de un niño sano es que un día volará. Me preocuparé por otras cosas, seguro que más serias que las que me preocupaban hasta ahora. Él tomará más decisiones, acertará, se equivocará, y se hará más persona. Como esta mañana, yo le observaré desde la distancia prudencial que me permita seguir siendo soporte en caso necesario y seguiremos haciendo camino agarrados de la mano.
Te entiendo bien. Mi hijo también ha empezado hoy la Secundaria y me siento con un pie en un mundo, el de la infancia, y otro entrando en lo desconocido. Te deseo mucha suerte.
Ale! Pues hoy ya he llorado. Ojalá cuando me toque lo viva tan bonito!