Cuando en los finales de los 90 se estrenó Sexo en Nueva York supuso una revolución para muchas mujeres a lo largo y ancho del mundo. Durante 6 temporadas, asistimos a las idas y venidas -vitales, sexuales y sentimentales- de Carrie, Miranda, Charlotte y Samantha. Idas y venidas que luego parecieron quedar cerradas con las dos entregas cinematográficas… Hasta ahora. Hace unas semanas se estrenaba And Just Like That… y la primera venía en la frente: Samantha, la más liberada de las protagonistas, no estaría en la secuela por, al parecer, la complicada relación personal de Kim Catrall con Sarah Jessica Parker. Así, el cuarteto pasa a un trío en el que pivotan otros personajes para recordarnos lo que fue aunque ya no sea.
He leído muchas opiniones acerca de And Just Like That… Muchas críticas, sí, sobre que “esto no es Sexo en Nueva York”, lo primero. Creo que eso era evidente con solo prestar atención al nombre: si hubieran querido que se tratara de una continuación sin más, hubiera bastado con mantenerlo y lanzar la serie al mundo. El mundo la iba a comprar, ganas tenía. Pero no. Resulta que lo cambiaron y, al hacerlo, le dieron la vuelta a ese universo en el que habían vivido Carrie, Miranda y Charlotte hasta el momento. “Un nuevo capítulo de Sexo en Nueva York” pone bien clarito en el cartel. Ellas siguen siendo las mismas, claro: con sus magníficos vestidores, sus familias “perfectas” y su inconformismos, evolucionadas, pero reconocibles. Es ese mundo que las recibe con los brazos abiertos el que no lo es, ha evolucionado -y mucho- desde aquel 2004 en el que se cerró la serie, incluso desde el 2010 en que se estrenó la segunda película. La sociedad no es la misma, ni siquiera la realidad de la propias mujeres, el tema principal de la serie, lo es debido al empuje del feminismo en estas décadas.
Las protagonistas han pasado de los 30 a los 50 y eso se tiene que notar. En los primeros capítulos, sobre todo, las referencias a la edad de las protagonistas son reiteradas, quizá excesivas, pero, en mi opinión, necesarias, sobre todo para aquellos fans que esperaban una continuación, como si todo hubiera acabado anteayer y no 11 años atrás. “Qué obsesión con la edad”, he leído por ahí. Al hilo de esto, en los últimos días también me he encontrado con un tuit que comparaba Las chicas de oro con And Just Like That… ya que las protagonistas de ambas tienen la misma edad al arrancar la serie, pero su aspecto no puede ser más diferente. Y es que las segundas no tienen nada de abuelitas adorables como tenían las primeras. En este tiempo, hemos asistido a un cambio de paradigma en el que hemos terminado de evolucionar de ese papel de amas de casa, preocupadas por todos menos por ellas, a la consciencia de la necesidad de cuidarse. Es verdad que nos han vendido la eterna juventud, que se nos quiere mantener sometidas a una esclavitud estética concreta, estoy de acuerdo con eso. Pero es que los personajes de Blanche, Dorothy y Rose eran abuelas, mientras que Miranda y Charlotte tienen hijos e hijas en el entorno de la adolescencia; algo que ha ocurrido en la vida real. Cuando yo tenga 55 años mi hijo tendrá 20. Ya no hay tantas abuelas de 50. Definitivamente, algo ha cambiado.
Por otra parte, me hubiera extrañado, y mucho, que las cosmopolitas mujeres que eran se hubieran convertido en adorables amas de casa. Es que no lo eran. Es que no encajaría. Es que una cosa es evolución y otra es transmutación. Y, como en la vida, hay tantas formas de ser como mujeres, cada una con su lucha, con su estilo, con sus particularidades. Sin perder de vista que las vidas de clase alta en Nueva York no son las comunes de mis amigas, creo que se ven reflejados ciertos lugares comunes en los que reconocernos, en los que reflexionar.
A medio camino entre mis 43 y mis 44, veo una mujer posible en ese trío de amigas que va por la vida revisándose a golpe de actualización. Mujeres que no se quedan con lo que fueron, que se escuchan para reconocerse en unas necesidades que no tenían antes, pero que ahora son las suyas, aunque de primeras les cueste entender cómo les ha cambiado la existencia. Y creo que a los 55 puedo ser una de ellas, con dudas y certezas, adaptándome a lo cambiante de vivir. Excepto en lo de tener mi hogar en NYC, eso lo veo muy muy lejano, como la galaxia de Star Wars. Aunque, quién sabe, puede que en una una década las cosas hayan cambiado tanto que yo me haya convertido en una Elvira Lindo paseando por la Quinta Avenida con el frío invierno neoyorquino golpeándome la cara. Entonces cerraría esta carta con un…
And Just Like That I became a writer in NYC.
Sin haber visto salvo algún capítulo suelto de la serie, me ha encantado leerte. Creo que ahora mismo, algunas de mis amigas, podrían ser las protagonistas de la historia. Y creo que podría vivir en NY, tú como Elvira Lindo y yo como Rojas Marcos pero en rubia ❤️❤️❤️
Me ha encantado el post y me siento identificado con Sexo en Nueva York y con la liberación de las protagonistas, dependo ver la serie